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El Canguro Negro

Las tardes de oración las hacíamos en un salón de escuela bíblica. Es cierto que no tenía más que una pequeña ventana, pero todos los guerreros cabían allí para orar. Teníamos la carga por la comunidad. Tanta gente necesitada. Jóvenes perdidos en drogas. Prostitución y delincuencia. Cada tarde, conforme podíamos, nos reuníamos a orar dirigidos por la pastora, la guerrera mayor.

       Esa tarde, sucedió algo inusual. Normalmente cada tarde de oración eran oportunidades para la guerra de los dos mundos, de la luz con las tinieblas, del bien contra el mal, de Dios contra satanás. Ese día estábamos listos para iniciar y la pastora arrancó la oración al frente de todos.

      —Hermanos, mientras iniciábamos la oración, sentí en mi espíritu que hay una fuerte presencia de las tinieblas aquí, oremos. —La pastora ya tenía una carga nada más iniciando la oración. Ella suele ser muy sensible a las cosas espirituales. Y los tiempos de oración son tiempos donde ella hace fluir su don.

      —Hermanos, el señor nos manda que en estos momentos nos cubramos con la sangre del cordero. Hay una fuerte opresión aquí y antes de guerrear, hay que protegernos. Cubrámonos y cubramos a nuestra familia con la sangre de Cristo. La sangre de Cristo tiene poder. — Dijo la pastora.

     En ese momento nos pusimos todos a orar y decretar protección sobre nuestras vidas, algunos pedían perdón y otros se retiraron disimuladamente. Hay cierta creencia de que si uno está mal espiritualmente, no debe participar en oraciones intensas o de liberación, ya que lo puede tomar un demonio. Los espíritus malos suelen poseer a los cristianos que están en pecado, al menos así nos enseñó el pastor.

   —¡Shita-labasaya, kándara-bábara-kéndara, Ay-ria-samaiti! —Las oraciones en lenguas se empezaron a escuchar y el cuarto se llenó de incienso mezclado con guerra de los santos.

     —¡Atamos al principado y al hombre fuerte! ¡Atamos a Belial! ¡Los encadenamos y lo mandamos al abismo en el nombre de Jesús! —Era la oración de la pastora que dirigía la reunión.

       Las oraciones se intensificaron. La noche cayó y recurrimos a las luces. La luz no era muy intensa pero al menos todos nos veíamos. La pastora nuevamente nos instó a no dejar de guerrear, la presencia cargada y pesada aún se sentía. Cada tarde de oración siempre venía pesadez de las tinieblas, pero allí estaban los guerreros para derribar fortalezas.

     Allí entre nosotros estaba el hijo de la pastora. Ese muchacho no era un adolescente distraído como los demás. Este era realmente un escogido de Dios para el reino, por algo no era de la familia sacerdotal; pero ese día el muchacho andaba muy turbado.

       —Hermano ¿no has visto un canguro negro por aquí? —Me dijo el muchacho.

       Quedé asombrado. El ambiente se tornó tan pesado y cargado que hasta el hijo de la pastora vio un "canguro negro". Yo le dije a dos hermanas más que el hijo de la pastora había visto un canguro negro. Y se movió de un rincón a otro. Creo que estaba buscando dirección del Espíritu para orar por algo específico. Me preguntaba qué significaría una visión de un “canguro negro”. Sería una visión o realmente se materializó un demonio y entre nosotros había un canguro negro cargando el ambiente interrumpiendo nuestra tarde de oración.

       —Hermana, le dije a la asistente de la pastora ¿usted también ha visto al canguro negro? El hijo de la pastora vio un canguro negro, y no quiere alarmar a todos, por eso nos ha hecho el comentario sólo a algunos, qué opina usted ¿debemos informar a la pastora?

       —Sí hermano, yo misma le avisaré. —Me respondió presurosamente.

      Se piensa que la materialización de un demonio en forma de animal en medio de una tarde de oración es muestra de que satanás tiene planes fuertes contra una iglesia, ya que Dios estaría decretando muchas bendiciones para esa iglesia y los demonios tratarían de obstruir los planes de Dios como suelen hacerlo. Que el hijo de la pastora haya visto un canguro negro no era cosa sencilla. Estábamos frente a un demonio principal, y no frente a un soldadito raso.

      —Hermanos, es momento de orar fuertemente. Realmente el demonio se las ha jurado contra nosotros la iglesia del Señor. Seguramente Dios está decretando en el cielo mucha prosperidad y crecimiento para nuestra iglesia, por eso el diablo ya se enteró y se ha materializado, y ha descendido y se ha metido en nuestro cuarto de oración para desanimarnos, intimidarnos y distraernos. Pero no nos vamos a rendir, levanten sus brazos y clamemos al Señor. Clamemos hermanos, porque un "canguro negro" anda merodeando entre nosotros aquí en el cuarto, no es necesario que abra los ojos, no trate de mirarlo, ya varios hermanos lo han visto y lo han confirmado ¡Ponte a orar iglesia! —Fue la exhortación de la pastora a los hermanos reunidos en el cuarto de guerra de la iglesia.

       La pastora estaba determinada a hacerle frente a aquel "canguro negro" que merodeaba por el cuarto de oración. Ella le declaró la guerra al demonio en forma de animal que estaba escondido en algún lugar de la iglesia.

      De pronto, el hijo de la pastora ingresó al cuarto. Él estuvo afuera del cuarto, salió luego de preguntarnos si "habíamos visto un canguro negro". Ingresó feliz y contento, como quien encuentra algo que estaba buscando.

    —Qué pasó Gabriel, luces contento mientras que aquí estamos todos angustiados con las manifestaciones de demonios del mismo infierno. —Le pregunté.

      —Sí hermano, lo que pasa es que por un momento pensé que había perdido mis documentos y otros artículos, pero ya encontré mi "canguro negro", estaba en el auto. —Me respondió con total sencillez y naturalidad.

      Yo estaba confundido y con cara de tonto. El "canguro negro" no era un demonio, no era una animal en medio del cuarto de oración. Era un "canguro negro" marca Adidas modelo Run Bottle, en el que Gabrielito, el hijo de la pastora, guardaba sus pertenencias y las había olvidado en su auto.

       ¡Qué tontos!

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